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Segregación y discriminación hacia la población gitana en Cataluña

de Mara Gabrielli y Giorgia Piva

El colectivo gitano se puede definir como un grupo étnico-cultural con características transnacionales, transculturales, multiétnicas y multiculturales que difieren mucho de la visión homogénea que los “blancos” del colectivo mayoritario han querido crear entorno al pueblo mismo. El concepto globalizado de “gitano” y las acciones históricas  en contra del colectivo han provocado una situación de exclusión social, que perdura desde hace quinientos años, y han dificultado la integración del colectivo en las sociedades. En los contextos donde ha sido posible una cierta integración del colectivo, como es el caso español, esta se ha desarrollado partiendo de un nicho de marginalidad e inequidades.
 
Desde los años setenta, en el caso especifico de Badalona, un área metropolitana de Barcelona con alta concentración de población gitana, las políticas han respondido al chabolismo con la construcción de “viviendas para gitanos” en un barrio específico que ha determinando condiciones de segregación étnica y residencial.
         
En el sistema educativo catalán, frente a políticas que fomentan una escuela comprensiva y de atención a la diversidad, las medidas de integración han ido en dirección de procesos de segregación a causa de una percepción problemática de la presencia de esa misma diversidad en la escuela y en el aula.
 
La segregación escolar deriva, por un lado, del escaso prestigio que la estigmatización social atribuye a las escuelas de periferia con alta concentración de alumnado de diversas origen étnica o extranjera, y por el otro, de las expectativas y representaciones negativas del profesorado construidas sobre la base de imágenes culturales preconcebidas y desde el déficitcultural. La segregación interna a la escuela, basada en una transmisión de valores de pertenencia, no hace que levantar barreras y crear espacios separados de diferenciación étnica.  
 
Los profesores siguen considerando los procesos de bajo rendimiento escolar y de abandono prematuro entre los jóvenes gitanos como procesos de déficit cultural a causa de comportamientos asociales, disruptivos y de una actitud poco motivadora por parte de los padres.

Frente al rechazo social y escolar que experimentan, los gitanos no consideran el sistema educativo como un referente valido de promoción social, sino bien el bajo rendimiento escolar se percibe como una consecuencia “natural” de las desigualdades de oportunidades académicas y laborales que provoca actitudes de resistencia o rechazo ante los valores y las normas escolares.

La historia de contacto conflictiva con la sociedad mayoritaria no ha beneficiado una actitud positiva hacia la institución escolar y, al mismo tiempo, ha determinado una cierta resistencia al cambio. Las mismas familias transmiten a sus hijos mensajes doble-vehiculares: marcan la importancia de la educación en los discursos sobre el futuro de sus hijos, mientras en la práctica no se implican activamente en su proceso de continuidad educativa.
     
A falta de un idioma cultural reconocido, los gitanos marcan una diferencia construida por otros e interiorizada por la misma minoría étnica y, sin otros referentes, la única manera de encontrar un espacio de autodominio y poder es el desarrollo de una contra-cultura, una resistencia colectiva a apayarse (“actuar como los payos)[1] como práctica de defensa de su identidad étnica.

En el estudio: “Estudi de la Població Gitana a Catalunya” se analizan globalmente, entre otras, las trayectorias educativas y laborales de la población gitana en Cataluña. En el ámbito de la inserción en el mercado laboral se ha podido individuar que la mayoría de las personas gitanas se incorporan en sectores de  trabajos informales, de auto ocupación y en menor medida en trabajos formales pero con contratos muy precarios[2].
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La discriminación en el mercado de trabajo se basa en una serie de construcciones sociales entorno a la figura del gitano, de hecho a la hora de contratar una persona de etnia gitana los empresarios presentan resistencia alegando la escasa responsabilidad en el empleo, la dificultad de mantener un trabajo estable o la poca confianza que les trasmite el colectivo. Como también pasa para algunos colectivos inmigrantes, en el caso de los gitanos, se  transforman en rasgos culturales y étnicos los comportamientos de individuos aislados, atribuyendo a esta población una tendencia a dedicarse a trabajos ilícitos o a actividades ilegales. En muchos casos se ignora el factor discriminación  focalizando  el problema en la “falta de formación laboral”, en la “falta de ejemplos y modelos familiares” y en la de “ciertos hábitos culturales que tienen un efecto negativo en el acceso al empleo”. Su ausencia en el mercado de trabajo es interpretado como la prueba de que “ellos no quieren trabajar” y de “que no quieren integrarse” que son algunos de los estereotipos más dañinos.
 
Desde una perspectiva de género podemos notar que las mujeres gitanas sufren mayores discriminaciones en el momento de su incorporación al mercado de trabajo, que desde nuestra experiencia, presentan características parecidas a la trayectoria laboral de las mujeres inmigrantes, ya que ambos colectivos sufren tres tipos de discriminaciones:

  • por ser mujer,
  • por pertenecer a una minoría étnica,
  • por la escasa formación a la cual han podido acceder,
  • por la clase social.

Estas tres dimensiones de la discriminación hacia las mujeres provocan una “posición laboral subordinada”  que no permite a las mujeres gitanas insertarse en el mercado de trabajo en igualdad de condiciones que los hombres del mismo colectivo y sobre todo provoca una notable diferencia de estatus si se compara con el conjunto de la población activa catalana. Por lo tanto podemos notar como  haya barreras internas y barreras externas para las mujeres gitanas: internas porque pertenecen a un grupo en el cual la mujer debe cumplir un papel y un rol que a veces les impide promocionarse y barreras externas, porque la sociedad las estigmatiza y tiene la tendencia a pensar  que no van a ser buenas profesionales.
    
En la actualidad, la sociedad mayoritaria sigue mostrando una cierta resistencia al reconocimiento socio-cultural de los gitanos: mientras formalmente se promueve su participación activa, los agentes sociales (políticos, prensa, sociedad civil…) no consiguen adoptar prácticas inclusivas que permitan su efectiva integración social en la sociedad.



[1]Los gitanos definen toda persona que no pertenece a su etnia con el término de “payo”.
 [2] Se calcula que el 42% de las personas gitanas posen un contrato de trabajo a tiempo parcial, el 71% están contratadas temporalmente y el 15% trabaja en la economía informal o sumergida careciendo, entonces, de un contrato de trabajo.